La Bobina Magica
8. Lee y comprende
La Bobina Mágica
Erase un principito que no
quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por
su pereza, suspiro tristemente, diciendo:
¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?
Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de
hilo de oro de la que salió una débil voz:
Trátame con cuidado, príncipe.
Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo
se irá soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el
don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas
desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.
El príncipe, para cerciorarse, tiró con ímpetu del hilo y se encontró
convertido en un apuesto príncipe. Tiró un poco más y se vio llevando la corona
de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:
Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos?
En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su
lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió
soltando más hilo para saber cómo serían sus hijos de mayores.
De pronto se miró al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos
cabellos nevados. Se asustó de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la
bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento
enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla
que ya conocía, hablo así:
Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días
perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la
vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu
castigo.
El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin
hacer nada de provecho.
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